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El lunes se fue para siempre Emilio Castiñeyra, colaborador desde el primer año de vida de A Galopar, redactor hípico de El Mundo Deportivo y unos de las personas más buenas que hemos conocido. Muy querido por jockeys y preparadores desde Mauri Delcher hasta Ana Ímaz, dos que le tenían especial afecto, siempre podías contar con él, a todo decía que sí, a nada decía que no.
Emilio se ganaba la vida como pediatra, pero su pasión eran las carreras de caballos. Colaboró en diversos medios de comunicación, pero donde marcó la diferencia fue en El Mundo Deportivo, el diario de referencia para los aficionados y profesionales que trabajan en San Sebastián.
En 2012 el hipódromo donostiarra homenajeó a los periodistas que habían cubierto la temporada de verano durante los últimos 25 años, entre ellos Txema Oliden, Txema Vallés, Miguel Fernández, Julio Diez y Emillio, el único que no había estado tanto tiempo en medios de comunicación de forma continua, pero, no le hacía falta, con lo que había escrito en la última década en el Mundo Deportivo daba para 25 años y muchos más.
Sin duda era el que más se merecía el homenaje. Nunca ha habido un diario ni lo habrá que haya hecho un seguimiento tan exhaustivo de las carreras. Crónicas de dos y tres páginas, entrevistas todas las semanas y noticias a diario. Nadie que no haya trabajado en un periódico sabe lo difícil que es conseguir ese espacio para el turf, siempre un castigo para los redactores jefes. Y Emilio lo consiguió a base de mucho empuje y dedicación. Los domingos de carreras el último en abandonar el hipódromo no era el personal de la limpieza, sino el redactor de El Mundo Deportivo después de acabar su muy documentada crónica y de entrevistar a ganadores y perdedores.
El doctor Castiñeyra trabajaba en un centro de salud en donde afrontaba jornadas en las que pasaba consulta a más de 50 niños, a veces sin poder hacer una pausa, pero eso no le impedía cubrir los galopes de entrenamiento para publicarlos en A Galopar.
Las jornadas de galopes suelen comenzar a las seis de la mañana y en ocasiones se hacen especialmente duras, pero el único que aguantaba a pie de de obra sin ni siquiera tomar un café era Emilio, el último galopero, siempre a la búsqueda de ganadores imposibles.
Los que a veces le acompañábamos en aquellas felices horas (Yosu Ruiz, José Mari Muguruza, Javier La Costa e Iñaki Urrestarazu, entre otros) y colegas como Benito Gutiérrez, que fue el que nos dio tan triste noticia, estamos con el corazón en los huesos, pero todos los que le conocimos celebramos haber tenido un amigo como él. Descasa en paz, Emilio.
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